Recibimiento
La conducta de los niños en su primer día es extremadamente variable. Mientras unos se despiden sin problemas de sus padres y entran en la clase de inmediato, otros no quieren separarse o insisten en que permanezcan con ellos en el aula. A veces algunos pequeños intentan escaparse de sus padres o de la escuela. También varía la conducta paterna. Mientras unos se despiden de sus hijos y se marchan confiados, otros se resisten a marcharse. Algunos aparentan irse y luego vuelven a espiar a través de la puerta.
Es muy probable que nos encontramos con niños que lloran, en la mayoría de los casos el llanto cesa tan pronto como el padre o la madre se marcha o muy poco después. Al ocuparse de este problema, el profesor debe actuar de manera firme pero amable. Insistirá en que el padre o la madre se vayan y acompañará al niño en clase. Y cómo estarán llegando nuevos niños, no puede ni debe permanecer con el que llora. En lugar de eso, lo llevará a uno de los centros de aprendizaje, que presentará el recién llegado a los demás niños y encargará a uno de ellos que le explique las actividades de ese centro. Si no quiere participar, se le dejará observar a los demás. Cuando tenga tiempo, la maestra volverá a su lado para demostrarle que no ha sido olvidado. Si continua llorando y molesta a los demás, se le colocará n un lugar tranquilo procurando que esté cómodo. En la mayoría de los casos, se dedicará furtivamente para observar lo que ocurre en la sala.
Los niños que se muestran impacientes por integrarse activamente en el ambiente de la clase, se les pedirá que encuentren los distintivos con sus nombres y además de mostrarles algunas posibilidades existentes. Lo primordial ante todo es darle mucha seguridad al niño de que se está seguro con sus maestras, y proporcionarle mucho amor.
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